En la Ciudad de México, una nube gris espesa recubre el valle, lleno de edificios y cemento. Aunque originalmente fue un sistema de lagos, ahora la ciudad, en su complejidad trae a la mente temas urgentes sobre la salud del planeta y las diversas especies que lo habitamos. El 55% de la población mundial vivimos en ciudades. En estas ciudades, generamos el 70% del PIB mundial, consumimos el 80% de la energía a nivel mundial, y emitimos el 67% de los gases de efecto invernadero del planeta. Crecemos de forma desmedida e insostenible (BID, 2020). Las ciudades tenemos un alto impacto sobre el cambio climático (CC), por nuestras emisiones contaminantes y alto consumo de energía. La densidad de infraestructura urbana favorece las islas de calor y sus terrenos sellados causan mayor incidencia de inundaciones. Es decir que son también particularmente vulnerables ante los efectos del CC. Se encuentran en varios ciclos destructivos y contaminantes, por ejemplo: en una isla de calor se usa más aire acondicionado, es decir que se usa más energía; el uso de energía implica el proceso para generarlo, el cual contribuye aún más al CC, empeorando la isla de calor (Sanchez, 2013, p.7). Por otro lado, las poblaciones de zonas urbanas estamos en mayor riesgo de infección con patógenos, como el COVID-19; de padecer de enfermedades no transmisibles, como la diabetes, el cancer, y las enfermedades cardiovasculares; y también de sufrir lesiones traumáticas, como accidentes viales (Sanchez, 2013, p.7; Pomeroy-Stevens, 2022, p. 738). Claro, otros factores influyen en la probabilidad que tiene cada inviduo de ser afectado por estos riesgos, así como . Sin embargo, la evidencia que sostiene que estar en zona urbana incrementa los riesgos de todos sus habitantes los ámbitos mencionados. Las ciudades se encuentran en ciclos problemáticos, nocivos para los seres vivos no solo de la ciudad en sí, sino de todo el planeta. Esto demanda repensar cómo son las ciudades y cómo se pueden transformar para ser espacios sostenibles y sanos, en lugar ser generadores de desigualdad y contaminación.
Seguramente habrán tantas respuestas como personas respondiendo, cada una imaginando su propio ideal de salud, inclusión o bienestar. Hay varios elementos que considerar, desde la salud individual de cada habitante de la ciudad hasta el efecto que tiene la ciudad en la salud del ecosistema mundial que la contiene. Para construir ciudades vivas la planificación y el desarrollo urbano contribuirían a la justicia ambiental, aquí comprendida como la equidad en la distribución de recursos entre personas, todas gozando de sus necesidades básicas, con provecho de servicios ecosistémicos, movilidad, acceso al agua, educación, posibilidades laborales, etc. Para mí, estas ciudades tendrían vastos espacios verdes, productores de oxígeno, alimento, y hogar para otras especies; tendrían escuelas, casas culturales y economías circulares. Tu ciudad ideal probablemente no es igual a la mía, pero seguramente tenemos algunas coincidencias e ideas alineadas, podríamos llegar a una visión común de una ciudad viva, que se encuentre al centro de nuestros intereses. Mientras que imaginar una utópica ciudad sostenible resulta atractivo como ejercicio mental; para aplicar algunas ideas a la realidad, será importante conocer cómo funciona la realidad sobre la cual deseamos incidir. Nuestras ciudades de cemento ya existen. Antes de decidir qué hacer, es importante comprender las dinámicas preexistentes de un espacio. Así se puede trabajar desde lo que sí existe, y no desde supuestos e incertidumbre. Como dice Donella Meadows, es poco sabio intentar imponer una voluntad sobre los sistemas; es mejor aprender a escuchar los recursos y energía que ya están ahí y potenciarlos para alinearse con el objetivo compartido (Pomeroy-Stevens, 2022, 746). Es decir, que si identificamos cómo sería nuestra ciudad ideal e intentamos comenzar a construirla encima de la CDMX, sin tomar en cuenta que la CDMX ya existe, es probable que nos topemos con muchas frustraciones. Para generar cambios significativos, es de gran ayuda realizar un mapa sistémico que permita identificar las dinámicas que las ciudades tienen con el medio ambiente. un mapa sistémico podría apoyar en conocer:
Si se conoce el sistema sobre el cual se desea incidir, se podrán mapear posibilidades realistas y alcanzables. Las soluciones se pueden diseñar desde una lógica sobre sus áreas de oportunidad, aquellos pasos en un proceso sobre los cuales es más probable lograr un cambio. Varias metodologías para la implementación de proyectos señalan estrategias para conocer la línea base sobre la cual se trabajará. No hacerlo sería como tratar de sanar una persona sin diagnosticar primeramente su malestar. El diagnóstico permite saber dónde es más probable lograr un cambio significativo. Pensando en una ciudad sana, un diagnóstico puede incluir una comprensión de los instrumentos legales y actores relevantes, las condiciones geológicas del espacio, entre otras (GIZ, 2019). A partir del conocimiento, se pueden identificar qué acciones realizar, su porqué, quienes estarán involucrados, y cómo lograrán sus objetivos. Una posibilidad para sanar nuestras ciudades reside en la infraestructura verde (IV). La IV incorpora estrategias para adaptarse al CC e incrementar la resiliencia de un territorio a la vez que responde a temas de equidad y justicia socioambiental (GIZ, 2019, pp. 7, 13). Integrar la IV en planificación urbana y traerla a la realidad, requiere de la articulación de lo que podría parecer un sinnúmero de actores. El mapeo de actores puede organizar de forma visual, estratégica y comprensible a los grupos de interés de mayor relevancia para un proceso puntual. Dado que en las ciudades hay tantas personas, su transformación demanda mayor coordinación estratégica para vincular a esta diversidad de actores (Sanchez, 2013, p.8; Pomeroy-Stevens, 2022, p.738). Por lo mismo, sus mapas se harán más grandes y complejos por la variedad de actores y sus interrelaciones. Cuando se hace de manera equitativa, desde el inicio de un proyecto, el mapeo de actores incrementa la transparencia en los procesos, facilita el codiseño de soluciones relevantes, permite identificar efectivamente los recursos disponibles y puede lograr mayor compromiso de los actores. (Pomeroy-Stevens, 2022, p.739) El mapeo de actores también permite identificar la alineación de los actores con el objetivo deseado y su nivel de influencia, aliados y demás. Articular las voluntades de estos actores y del equipo principal encargado de un proyecto de transformación urbana requiere comunicación y coordinación efectiva. Tampoco hay que olvidar que al final de cuentas, son personas quienes trabajan en estos procesos. Por ello puede resultar provechoso el desarrollo de capacidades de liderazgo, particularmente de liderazgo conversacional en las personas. El liderazgo conversacional coloca a la conversación al centro de los procesos de innovación. Es definido por Carolyn Baldwin como “el uso intencional de la conversación como proceso central para cultivar la inteligencia colectiva necesaria para crear valor social y de negocios” (Hurley, 2009, p.3). Este tipo de liderazgo permite escuchar más ampliamente las voces de los grupos de interés, e interconectarlas para identificar sus experiencias y deseos compartidos. Una líder conversacional:
Esto favorece un ambiente equitativo y posibilita la descentralización en la toma de decisiones. Al descentralizar la toma de decisiones, es más probable que las prioridades de cada nivel organizacional y escala espacial de una ciudad se vean reflejadas en las políticas y las acciones a realizar (ed. Sanchez Rodríguez, 2013, p.8). Así, el elemento humano de la transformación de los espacios puede mantenerse al centro del proceso, y la ciudad podrá funcionar para las personas que la habitan, no para ideales desconectados de la realidad. Si deseamos transformar nuestros monstruos de cemento en ciudades vivas y sanas, será de extrema importancia enfrentarse a ellos con atención analítica y transformarlas de forma consciente, humana y estratégica. Y tú, ¿qué puedes hacer para construir una ciudad viva y sana? ¡Compártenos tus ideas! Si quieres saber más sobre cómo generamos procesos innovadores para crear y fortalecer comunidades de prácticas o deseas generar nuevas realidades para tu organización, subscríbete a nuestro newsletter, síguenos en redes sociales o contáctanos.
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Noviembre 2022
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