¿Cómo será la educación del futuro? ¿Qué requerirán los estudiantes en 5 o 10 años? Y, ¿los profesores? La tecnología, la ciencia y la sociedad evolucionan constantemente. Sin embargo, estos avances se aceleraron a partir del año 1999 con la creación de Google. De ese año a 2005, se produjo una mayor cantidad de información que la conseguida en toda la historia de la humanidad, y actualmente, en este año 2015, no existe nada de conocimiento que no podamos encontrar en Internet. Estos cambios nos fuerzan a replantearnos la relevancia de la educación: ¿es válido continuar enfatizando la adquisición de conocimientos? ¿Qué habilidades deben desarrollar los niños y los jóvenes? ¿A qué retos se enfrentaran en su vida laboral? En 2002, el Consorcio para el Aprendizaje del Siglo XXI (Partnership for the 21st Century Learning) publicó un marco de referencia titulado Las habilidades del siglo 21, que es un listado de las habilidades que deben desarrollar las personas para aprender en el siglo XXI. El P21 fue el primer intento de determinar las habilidades que serían necesarias para el desarrollo de los individuos en un siglo caracterizado por la inmediatez, la abundancia de conocimiento disponible para consulta, la movilidad, la conectividad y la creciente presión para adoptar una vida más sostenible. Por otro lado, el Instituto para el Futuro (Institute for the Future - IFTF) publicó en 2011 un documento titulado Las habilidades del futuro laboral (Future Work Skills) que describe las seis predicciones de cambio social más grandes y sus repercusiones y retos en la vida laboral de nuestros jóvenes para el año 2020. Este listado de las habilidades necesarias para hacer frente a estos retos es un referente de lo que nuestros jóvenes y niños tendrán que resolver en sus vidas. La presión por conseguir que la educación siga siendo relevante crece constantemente, debido a que los avances de la ciencia y la tecnología, y sus efectos en la sociedad, no dejan de ocurrir; mientras que la educación se ha mantenido muy similar a la diseñada durante la Era de la Industrialización, e incluso, aún identificada con algunas prácticas medievales. Esta presión ha dado el empujón a muchos gobiernos, en lo referente a diseñar iniciativas para la innovación educativa. Estados Unidos diseñó la iniciativa Escuelas Listas para el Futuro (Future-ready Schools), cuyo objetivo es equipar escuelas y preparar maestros en nuevas tecnologías y tendencias para la educación; en tanto, la Comunidad Europea lanzó Europe 2020, una estrategia que busca, entre otros objetivos de igual importancia, impulsar una verdadera movilidad y permanencia en el aprendizaje. Así pues, no sorprende que Latinoamérica intente actualizarse. Uruguay ha logrado equipar con un dispositivo móvil a cada uno de sus estudiantes a través del Plan Ceibal, que ha conectado a ya más de 500,000 estudiantes y a más de 400 instituciones educativas, entre otros logros significativos. Otros países latinoamericanos también tienen programas importantes para aumentar la conectividad y el equipamiento para la educación, pero debido a que no existe una "comunidad" latinoamericana como tal, estos planes se han limitado a lo que cada gobierno, a veces con el apoyo de organizaciones como PENT o la Ibertic de la OEI, realiza para su país. El gran reto recae en las escuelas, sus directivos y docentes, y el compromiso que ellos pueden aportar en cuanto a la innovación educativa, y la integración de las nuevas tecnologías en el aula. En el caso concreto de México, muchas familias adquieren dispositivos móviles de bajo costo, aun cuando, según las estadísticas, no podrían costearlos. Por otro lado, no existe un programa de capacitación docente, ni público ni privado, para que los educadores adquieran habilidades digitales y desarrollen experiencias innovadoras en la educación. Sin entrar en temas escabrosos, este artículo se enfocará en lo que una escuela requiere para estar lista para el futuro. Asimismo, propondrá una lista de los elementos que conformarían una escuela del futuro, que bien podría suceder hoy con la inversión y la visión correctas. En la actualidad, las escuelas están configuradas para "poner atención" y para que el profesor pueda "enseñar": pupitres individuales, un pizarrón al frente, el escritorio del profesor. Si consideramos que debemos desarrollar las habilidades descritas por el IFTF o el P21, esto debe cambiar radicalmente, pues los trabajadores de 2020 son los ahora jóvenes que están comenzando su universidad. De esta manera, una escuela para el futuro deberá contar con lo siguiente: 1. Un modelo educativo basado en la creatividad y centrado en el alumno ¿Que significa centrado en el alumno? La educación centrada en el alumno se refiere a permitir que una experiencia de aprendizaje se desarrolle a partir de los intereses, experiencias, capacidades y posibilidades del mismo. Con el apoyo de varias metodologías y tecnologías, es posible desarrollar este tipo de experiencias. Algunas descripciones del modelo de educación centrado en el alumno presuponen un desarrollo individualizado. Sin embargo, la colaboración es esencial, ya que el estudiante puede comparar y compartir sus propias experiencias, intereses y competencias con sus pares, con lo que desarrolla mejor el sentido de pertenencia y fortalece la confianza en si mismo y en sus compañeros. Los currículos más recientes como el Bachillerato Internacional, High Scope y otros, promueven este modelo, y rechazan la relación tradicional "discípulo-maestro", proponiendo una jerarquía más horizontal en el aula, en la que le docente es un facilitador. En lo personal, el concepto de "facilitador" me parece débil e ineficaz, pues facilitar puede derivar en un bajo interés por parte de los alumnos. En cambio, prefiero el término "mediar", que se refiere a ir generando puentes entre el aprendizaje esperado y el desarrollo del estudiante. Un modelo educativo que favorezca la creatividad estará naturalmente centrado en el alumno, pues la creatividad es personal, es decir, un proceso individual, que además permite desarrollar las habilidades del pensamiento de manera más natural. (Ver más) 2. Espacios que promuevan la autonomía, la colaboración y la creatividad Un espacio físico puede ser de gran ayuda en la transformación de una escuela. Un espacio promotor de la creatividad, que no separe a los estudiantes sino que los una y facilite la comunicación entre ellos es esencial para desarrollar las habilidades de comunicación, colaboración y creatividad que esenciales hoy en día y en el futuro.
3. Ambientes digitales para la indagación, la creatividad y la comunicación En esta era del conocimiento, contar con un ambiente digital poderoso que ofrezca al estudiante herramientas de comunicación, creatividad e indagación, se vuelve indispensable para mantener la relevancia de una escuela. En primer lugar, esto se debe a que en ningún empleo se cortan y pegan fotocopias ni se resuelven cuestionarios sobre capitales del mundo. Por otro lado, un número cada vez menor de empleos requiere escribir grandes cantidades de texto sin una computadora. Con esto no se pretende entrar en controversias, sino considerar la necesidad de integrar de nuevo la mecanografía en el currículo y el trabajo diario. Un ambiente digital para el aprendizaje se compone de tres elementos esenciales:
Otro ejemplo de ambientes promotores del aprendizaje del siglo XXI, lo podemos encontrar en la Universidad de Stanford con su proyecto SMILE (Stanford Mobile Inquiry-based Learning Environment) que más que enfocarse en los tres elementos anteriores, promueve técnicas para transformar un salón tradicional en un salón interconectado y colaborativo, utilizando dispositivos móviles. 4. Olvidar las materias/asignaturas, y promover la transdisciplinariedad Lengua, matemáticas, ciencias, todo se estudia por separado, categorizado y organizado por áreas del conocimiento, pero no se da oportunidad al estudiante de realizar las relaciones virtuales entre los aprendizajes obtenidos de las diferentes materias. En secundaria se dificulta incluso más, pues cada asignatura es impartida por un maestro diferente. La vida, sin embargo, nos da todo de golpe, sin categorizar, y sin instrucciones. La transdisciplinariedad "se refiere al estudio holístico que supera las limitantes de una sola materia, considerando las implicaciones de las diferentes disciplinas de estudio. Por ejemplo, al estudiar sostenibilidad, se debe estudiar desde la economía, la sociología y la ecología, y además, puede complementarse con otras disciplinas más específicas, utilizando diferentes metodologías de investigación. Esta forma de indagación es similar a la vida real, que no te ofrece experiencias divididas por disciplinas, sino que todo lo junta y "revuelve". La transdisciplinariedad podría considerarse también como una habilidad de comprensión del mundo que nos rodea." (Ver cita original) Diseñar experiencias de aprendizaje transdisciplinarias no es cosa fácil. Se requiere de capacitación docente y de cambiar el paradigma educativo del conocimiento por sobre todas las cosas, desarrollando experiencias que tengan una repercusión directa en la vida de los estudiantes y su comunidad. Metodologías como la propuesta por el Bachillerato Internacional, o el Challenge Based Learning (Aprendizaje basado en retos) promueven la transdisciplinariedad y, por consiguiente, una educación para la vida, Más sobre el CBL aquí. 5. La participación de diferentes entidades en la educación La educación depende y requiere de 4 grandes dimensiones importantes. Estas son: 1. La relación positiva entre el docente y los estudiantes 2. La participación de los padres y de la familia 3. El currículo nacional y el plan de desarrollo del país 4. La participación de los medios de comunicación. Desafortunadamente la situación que prevalece es la siguiente: 1. Algunos docentes no se comprometen con el desarrollo de los estudiantes ni con su propio desarrollo profesional. 2. Algunos padres delegan su labor a la escuela, desentendiéndose de la formación de sus hijos. 3. Algunos gobiernos politizan la educación o bien no impulsan la investigación educativa. 4. Algunos medios de comunicación parecieran ser enemigos de la humanidad. Ante estos retos, la escuela, y en especial el docente, se enfrentan solos. Muchas veces, el docente debe sobrevivir con un sueldo muy bajo, sufrir la sobrecarga de papeles a desarrollar, recibir los insultos de los estudiantes, soportar ser señalado como culpable cuando un alumno no tiene modelos positivos a seguir en casa, presionarse para cubrir un currículo mal diseñado y fuera de contexto, y por si fuera poco, contrarrestar los efectos negativos que algunos medios de comunicación tienen en los niños y en los jóvenes. Una escuela del futuro deberá brindar soluciones a estos retos mediante lo siguiente: 1. Revalorizar la figura del docente, desde la práctica hasta el sueldo, y considerarlo como un profesional preparado, invirtiendo en su desarrollo profesional y promoviendo ambientes favorables para su desempeño. 2. Promover la participación de los padres y de la comunidad en la educación y en la formación de niños y jóvenes, 3. Promover la investigación de rigor, persiguiendo el desarrollo del pensamiento científico y metodológico, pero ajustando las estrategias didácticas para que sea más humana su adquisición. 4. Cuidar que los contenidos que se utilicen provengan de la vida real y que se ajusten a los estándares curriculares, para permitir escalar los aprendizajes de manera exponencial, al relacionarlos con la vida real. 6. Un mundo de posibilidades para aprender - Conectividad y conexiones internacionales
El mundo se vive fuera de las cuatro paredes del salón de clase. Nuevos descubrimientos, avances tecnológicos y científicos y eventos sociales en las distintas comunidades del mundo mueven a la humanidad hacia diferentes caminos. En este sentido, la escuela, en su configuración actual, no puede hacer frente a estos cambios sin abrir sus puertas al mundo. Se vuelve necesario entonces aprovechar la tecnología para expandir el aula hacia el mundo, integrando dentro de las experiencias de aprendizaje, la participación de diferentes elementos importantes en el desarrollo de la sociedad: vídeoconferencias con expertos, asistencia remota a diversos eventos, visitas a lugares lejanos en tiempo real y contacto con estudiantes, maestros y cualquier persona de otros países, aprendiendo los unos de los otros. Debemos responder a las exigencias del aprendizaje para un mundo globalizado, que respete, tolere y sea empático con otras culturas, pero que también valore la propia y la muestre positivamente al resto del mundo, compartiendo visiones, ideas y reflexiones que permitan aprendizajes duraderos, e incluso conexiones poderosas con otras personas. El futuro presentará restos inimaginables que trascenderán fronteras, y la colaboración internacional es una herramienta interesante por explorar en cuanto a la innovación, el compartir y la creación de nuevas ideas y productos; esto es sin duda, una habilidad necesaria para nuestros niños y jóvenes.
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